"La vacunación de recién nacidos y adolescentes contra la Hepatitis B es una agresión a los niños, aparte de ser una agresión al Derecho a la Información.
Sus efectos adversos sólo empezamos a entreverlos a corto plazo: enfermedades autoinmunes, problemas neurológicos como esclerosis en placas y desmielinizaciones inespecíficas.
Si las madres y las personas no tienen la contra información de los efectos secundarios difícilmente estarán en condiciones de decidir aceptar u oponerse a ella.
Si los médicos no tienen información sobre la pertinencia y los efectos secundarios de las vacunas no podrán decidir si administrarla o no.
La vacunación contra la hepatitis B es sólo un ejemplo, de cómo procede la industria médica, promocionando sus productos y censurando con efectividad las informaciones científicas disidentes como lo hace en otros muchos temas más graves como el SIDA o la influencia en la salud de las bajas dosis de radiactividad..."
"Actualmente se encuentran en el mercado mundial vacunas anti hepatitis B preparadas mediante ingeniería genética.
Fabricada por los laboratorios Smith Kline Beecham, Engerix B, puesta a punto en 1981, a partir de células de levadura de cerveza “saccharomyces cerevisiae”, a la que se había modificado su patrimonio genético, produciendo el antígeno Hbs (de superficie). Esta vacuna no encierra más que la proteína de la envoltura Hbs del virus.
El conservante utilizado es el tiomersal (tiosalicilato de etil mercurio) y los adyudantes de inmunidad son el hidróxido de aluminio y sales de sodio.
Consultando el Vidal (vademecum de especialidades francés), descubrimos con estupefacción que cada dosis de vacuna de la hepatitis B (Engérix o Genhévac) no contiene menos de 1.250 microgramos de hidróxido de aluminio, mientras que la dosis oficial no tóxica es de 15 microgramos por litro de sangre.
Los laboratorios Smith Kline-Beecham acaban de sacar una vacuna pediátrica Engerix BIO para niños de hasta 15 años que “puede ser utilizada con la BCG y asociada a la vacuna DTP-Haemophilus b-Hepatitis A”.
La vacuna Genhévac B, producida por Pasteur-Mérieux, está preparada a partir del antígeno Hbs cultivado sobre células de hámsters chinos en las cuales se ha introducido el gen vírico. Esta vacuna que también contiene hidróxido de aluminio, está enriquecida por proteínas secundarias, sacadas de la envoltura de superficie.
Su patente de fabricación, que se puede consultar en el Instituto Nacional de la Protección Industrial, indica que contiene también un plasmido recombinante que encierra una parte del genoma del virus SV 40 (reconocido cancerígeno) y que podría encontrarse en las impurezas de la vacuna (su pureza es del 95%). Su conservante es formol (formaldehído).
Pasteur-Mérieux acaba de sacar por su parte una vacuna a partir de levaduras producidas por ingeniería genética, bajo la marca HB-VAX DNA.
Las vacunas contra la hepatitis B, como todas las vacunas obtenidas por manipulaciones genéticas de células cultivadas en laboratorios, presentan, en efecto, peligros reales, pues parecen contener sustancias cancerígenas ya que están cultivadas sobre células que se han hecho artificialmente “inmortales”, es decir, que se han cancerinizado artificialmente, y que por lo tanto son susceptibles de desencadenar modificaciones del mensaje genético en el individuo vacunado.
Estas vacunas corren el riesgo también de engendrar enfermedades genéticas en el paciente o anomalías en sus hijos o nietos.
Podrían también modificar algunos virus silenciosos y hacerlos virulentos.
Además, no hay que perder de vista que estas células están nutridas con suero de buey, cuyo uso está prohibido por la legislación que concierne a los medicamentos inyectables, en razón del riesgo de contaminación por priones particularmente peligrosos.
Por otra parte, no se podrá medir la eventual efectividad de estas vacunas, así como su nocividad, hasta dentro de 15 o 20 años, según sus promotores, ¡lo que convierte a toda persona inoculada en un cobaya!
Michel Georget, agregado de biología, profesor honorario de las clases preparatorias en las grandes escuelas de biología veterinaria, pregunta: “¿Habrá que esperar varios decenios para descubrir que estas nuevas vacunas son todavía más peligrosas que las antiguas, como fueron precisos 45 años para averiguar que varios centenares de miles de soldados norteamericanos habían sido contaminados durante la guerra del 39— 45 por el virus de la hepatitis B, entonces desconocido, contenido en la vacuna contra la fiebre amarilla que habían recibido?”.
Se puede añadir que también hicieron falta 50 años para que se supiese que las vacunas DPT (difteria, pertusis, tétanos) no eran eficaces y que, sobre todo, no eran inofensivas..."
Más información en:
http://www.librevacunacion.com.ar/articulos/artvachepatitisb.htm
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