Los gobiernos y corporaciones de los paises ricos están provocando alarma y desconfianza al estar adquiriendo millones de hectáreas de tierra cultivable en los países en desarrollo con el objetivo de asegurar el abastecimiento de alimentos para el llamado mundo desarrollado a largo plazo.
Jacques Diouf, director de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas, advierte que el enorme incremento de contratos sobre tales tierras podría dar lugar a un nuevo tipo de neocolonialismo en el que los países pobres se convertirían en productores de alimentos para los más ricos a costa de dejar hambrientos a sus propios ciudadanos.
Según Carl Atkin, asesor de Bidwells Agribusiness, esto se produce por "un imperativo de seguridad alimentaria apoyado por un gobierno".
Las empresas compradoras están recibiendo, por regla general, una respuesta favorable por parte de los vendedores en los gobiernos de los países en desarrollo, desesperados por hacerse con algo de capital en esta época de grave recesión.
Los pequeños agricultores son quienes más difícil lo tienen, pues las posibilidades de obtener un beneficio aceptable por sus tierras son casi inexistentes y la capacidad de presión para no perderlas también es reducida. Se enfrentan a un futuro incierto.
Aunque a priori pueda parecer que esta compra-venta pudiera ser una solución a los problemas económicos de los paises pobres la realidad es muy distinta. Significaría perder también la autogestión de los recursos propios y renunciar a un desarrollo futuro que revirtiera en la propia población.
Las ventajas caen de un sólo lado: los paises ricos, quienes explotarían sus recién adquiridad propiedades para solucionar problemas generados por el consumismo extremo y sin conciencia.
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http://www.tlaxcala.es/pp.asp?lg=es&reference=7094
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