martes, 12 de enero de 2010

EL PENSAMIENTO CREA REALIDADES

"...El hecho de que venga a nuestras mentes lo peor, en ciertas circunstancias, puede incrementar las posibilidades de que pase.”

Daniel M. Wegner, psicólogo de la Universidad de Harvard

Los impulsos perversos parecen aparecer cuando las personas se concentran intensamente en evitar errores específicos o tabúes.
La teoría es simple: para evitar insultar a un colega, el cerebro primero tiene que estar pensando en esto; la misma presencia del insulto catastrófico, a su vez incrementa las posibilidades de que lo digamos.

“Sabemos que lo que está en nuestras mentes puede influir en nuestros juicios y comportamientos simplemente por estar ahí, flotando en la superficie de la consciencia”, opina Jamie Arndt, psicólogo de la Universidad de Missouri.

La evidencia empírica de esta influencia se ha reunido durante los años recientes, como el doctor Wegner documentó en su nuevo trabajo.
En el laboratorio, los psicólogos tienen personas que tratan de desterrar un pensamiento de su mente y encuentran que éste vuelve, alrededor de una vez por minuto. De igual manera, a las personas que tratan de no pensar en cierta palabra se les escapa durante un test rápido de asociación de palabras.
Incluso los “errores irónicos”, como los llama Wegner, son muy fáciles de evocar en el mundo real. Hay estudios que muestran que los golfistas que saben que deben evitar errores específicos los hacen más cuando están bajo presión.

Los esfuerzos por ser políticamente correctos pueden ser particularmente traicioneros. En un estudio de investigadores de las universidades Northwestern y Lehigh, 73 estudiantes leían una historieta sobre un compañero ficticio, Donald, un hombre negro, en la que se lo describía de manera ambigua. Después, tenía que responder preguntas acerca del personaje. Un grupo trataba de evitar caer en estereotipos y el otro no se controlaba.
El estudio proveyó “una demostración de que la supresión de estereotipos hace que estos se vuelvan hiperaccesibles”, concluyeron los autores.

El riesgo de decir o hacer algo que no queremos depende del estrés que experimentamos, según Wegner. Al concentrarnos intensamente en no mirar fijo un lunar prominente de un nuevo conocido, al tratar de seguir una conversación, aumenta el riesgo de decir: “Leímos sobre el lunar -es decir, sobre la Luna. ¡Luna!”

“Hay cierto alivio en que pase lo peor, para no tener que seguir preocupándonos más”, explica Wegner.

Algo que puede ser difícil de explicar, claro, si uno acaba de arruinar la fiesta.

Benedict Carey The New York Times

INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE:
http://blog.mentat.com.ar/2009/08/18/no-piense-en-lo-que-no-quiere-que-ocurra/

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